Filippo De Agostini mi segnala l’articolo de El Pais, che periodicamente ce le dà di santa ragione.
Questa volta ci tocca prenderle su affari e familismo: “En Italia, el país más mediterráneo del Mediterráneo, el Estado no inspira devoción. Ni siquiera temor. Viene a ser una cosa útil para colocarse o colocar a los parientes. La justicia es lenta y errática, la política es indescriptible, el pueblo de al lado cae muy lejos y cae antipático, los ideales sólo son buenos mientras duran y todo es negociable. La auténtica fe se deposita en la familia, la nuclear y la clánica. Italia es un país de empresas familiares y de asuntos familiares. La cosa, a su modo, funciona. Y emana una extraña naturalidad. ¿Por qué la gente simpatiza con los Corleone de El padrino? No por los crímenes, ni por su código de honor, sino porque son una familia de aroma italiano”.